En la noche estrellada un árbol con el viento sonreía. La luz de la Luna se colaba por entre las ramas de los árboles y Yahaira estaba tumbada sobre un sofá en el jardín con el cielo como cobija. Contemplar la inmensidad de la noche estrellada la hacía estremecer al contemplar los millares de estrellas titilantes en la oscuridad de la noche.
Eusebio dormía un profundo sueño en la cama, mientras ella permanecía en el jardín. El ondear del viento de la noche producía un susurro en las ramas de los árboles y la Luna iluminaba todo el jardín lo que le provocó que se dormitara al abrigo de la noche tratando de olvidar la terrible discusión del día anterior.
Eusebio llegó a la casa acompañado de Carolin su compañera de trabajo. Yahaira se molestó al apreciar la intimidad manifiesta entre ellos. Sin embargo, no dijo nada y les atendió brindándole unas picaderas que aceptaron gustosos. Eusebio es el jefe de la joven, de quien en muchas ocasiones recibe llamadas. Después de servirles les dejo solos y se marchó a su habitación.
Yahaira es muy devota, asiste regularmente a la iglesia, pero Eusebio no comparte su fe. El hecho frecuentemente es motivo de una que otra disputa, de que si me acompañas y vienes conmigo o si pasas después a recogerme. No permiten que ese aspecto interfiera en su relación, pero es una diferencia.
Ella concluyo sus oraciones matutinas y permaneció en la habitación meditando en silencio, hasta que su esposo la llamó por su nombre y apellido.
– ¿Por qué me dejaste a solas con Carolin?
– Porque me fui a la habitación para hacer las oraciones matutinas y además no me gusta ver el trato de ustedes.
– Entonces esa es una razón para dejarme con esa empleada en mi propia casa. Yo le dije que viniera, tenía una gestión que hacer cerca de aquí y por eso la traje a la casa. Yo no tengo la culpa del trato que ella me dé.
– Eusebio no digas el trato que ella te dé y el que tu le das a ella, no me gusta y no lo tolero, no puedo soportarlo. Yo no uso confianzas con ningún hombre, como mujer casa y tampoco uso confianza con hombres casados.
– Yahaira no malinterpretes ni te pongas a pensar cosas, lo que pasa es que tenemos gran afinidad en el sentido laboral y es normal que se note en nuestra relación personal, pero no tienes nada que temer. Por favor, no me vulvas a dejar a solas con ninguna persona que nos visite.
– No quiero que me digas nada, yo veo las cosas no es que imagine nada, es lo que veo, lo que me hace sentir mal.
– Si no quieres entender lo que te estoy explicando pues sigue sintiéndote mal y piensa lo que quieras porque no estoy de humor.
– Ah si, eso es lo tuyo, cuando una quiere poner las cosas claras tu dices no estés de humor para nada.
– Yahaira González, no estoy de humor, tu no me has preguntado como ha ido mi día. Fue un día terrible de tres proyectos que presentamos ya listos para ejecutarlos, dos fueron rechazados y tu sabes lo que he trabajado en ellos. Me siento terrible y no estoy seguro de que se puedan corregir a tiempo. Ruégale a tu Dios para que eso se arregle.
– No hables así, sabes que no me gusta Dios no es mío, es tu Dios también, acaba de reconocerle.
– No vamos ahora a discutirlo, pídele tú a Dios por mi y que esos proyectos sigan adelante.
Yahaira recordaba esa discusión del día anterior cuando despertó después de haber pasado casi toda la noche en el jardín.
Se apresuro y entró en la casa. Era aún de madrugada. Entró en la habitación, Eusebio no estaba.
Miró por la ventana, un vehículo color naranja cerraba su puerta trasera. En seguida murmuró oh, se ha marchado, debo idear algo para hacerlo regresar, no sé por qué le deje solo anoche en la cama.
Ahora me estoy volviendo dramática. Que tonta, no se fue en su vehículo, pidió un taxi. Él regresará, es posible que se haya ido al gimnasio, me vio dormida y no quiso despertarme.
Esta inquietud que me asalta después de quedarme sin empleo, me esta atormentando. Es preciso aquietarme. Si sigo en estas condiciones nunca me acompañará a la iglesia porque me preguntará ¿Dónde está tu Dios? Este es un tiempo propicio, el adviento, redoblaré mis oraciones y recuperaré la paz que solo viene de Dios. Es urgente y necesario que me aquiete… ¿De dónde me ha salido esta inseguridad? Tengo unos ahorros que me permiten tener una seguridad financiera por muchos meses. Voy a llamar al Padre Isidro para conversar con él para poner en orden mis ideas. Realmente me esta fallando la confianza que tengo en Dios y sé que todo obra para bien de los que aman al Señor.
Fue a la cocina para preparar el desayuno, después de hacer las laudes, puso la mesa y cuando se disponía para ir al baño escucho que se abría la puerta. Ahí estaba Eusebio brilloso de sudor. Sin mediar palabras, la miro al tiempo que se acercaba y le besaba. Entraron juntos a bañarse y a la media hora estaban sentados a la mesa.
– ¿Por qué me dejaste dormir solo anoche?
– Perdona mi amor. Salí al jardín a disfrutar de la oscuridad de la noche que me ilumino la luna y me quedé dormida.
– ¿Quedó todo claro anoche?
– Ya sabes que hace poco tiempo que estoy desempleada, voy a retomar la lectura para no tener la mente ociosa.
– Envíame los proyectos para echarle un vistazo, es posible que sea un error en la presentación.
– En cuanto llegue a la oficina te los envío.
– Cualquier cosa que yo descubra te llamare para que la corrijan. Que tengas un lindo día Eusebio, amor mío.
-Tú también. Besos.