¿Qué narrador necesito?
Después de trabajar en los personajes y los diálogos, nos encontramos con otro de los elementos fundamentales de cualquier relato: el narrador.
En el colegio nos enseñaron que hay dos tipos: en primera y en tercera persona. Nada más lejos de la realidad. Depende del manual que consultemos veremos que la cifra varía, pero hay unos mínimos que estará bien conocer.
Su función
Una vez hemos decidido que tenemos algo que contar y quiénes serán los protagonistas de la historia, necesitamos el elemento que canalice nuestros pensamientos y le dé un enfoque. Es el encargado de ambientar, describir los personajes y explicar los hechos.
Para que funcione, debemos escoger qué información tiene que dar. Hay que tener mucho cuidado con esto, porque en ocasiones nos hemos encontrado con narradores que ocultan información deliberadamente al lector y eso es engañar.
Por lo tanto, hay que encontrar un equilibro entre crear suspense y esconder información. Para que sea más entendible, os pondré un ejemplo.
Imaginaos que estamos leyendo una novela policíaca. El narrador indica que unos vándalos han atacado a uno de los sospechosos y explica cómo se asusta por ello. Al final de la novela se desvela que él es el líder de la banda y que hizo esa maniobra de distracción para despejar las dudas del inspector sobre él.
Se produce un engaño hacia el lector porque el narrador dice que se asusta. Si él lo ha organizado todo, sabe que no le van a dañar, que está a salvo. Le darán un par de puñetazos para fingir y ya.
Pero el lector no recibe eso, se cree que de verdad es una víctima, así que cuando descubra que el narrador le ha manipulado se sentirá estafado.
Tipos de narrador
Cada tipo es, en lenguaje cinematográfico, un tipo de plano. Empezaremos con los más cercanos a los protagonistas y nos iremos alejando.
Narrador en primera persona o intradiagético
Narrador de monólogo interior
Es el protagonista de la historia y conocemos los hechos desde dentro de su mente. Pueden ser lógicos (con orden) o prelógicos (sin filtro alguno, también conocido como fluir de consciencia), tal y como recoge Silvia A. Kohen en Consignas para un joven escritor.
+ Además de narrar los que ve o vive, también descubrimos en profundidad sus pensamientos alrededor. No nos cuenta los sucesos directamente, sino que entramos en su cabeza para leer sobre lo que reflexiona.
– Sus límites son que solo puede explicar lo que él conoce y ve. No puede narrar cosas que no haya vivido o que no le hayan contado. También debe tener un vocabulario acorde a su estatus social, estudios, etc. Además, es uno de los más difíciles de dominar, ya que crea mucha confusión. Normalmente se utiliza en pasajes, pero difícilmente en una novela completa.
Tenéis un ejemplo en: Ulises, de James Joyce.
Narrador protagonista
Es el protagonista de la historia, tal como su nombre indica. Nos cuenta lo que sucede desde su punto de vista, con juicios de valor. No puede saber qué piensa o siente el resto de personajes a menos que ellos se lo digan. Como mucho, puede intuirlo.
+ El punto fuerte de este narrador es la empatía que crea con el lector. Es muy importante explotar los sentimientos y pensamientos.
– Su punto débil es el mismo que en el narrador anterior, salvo que es más fácil de utilizar.
Tenéis un ejemplo en: El nombre del viento, de Patrick Rothfuss.
Narrador testigo
También es un personaje de la historia, pero no interviene en los hechos. Aunque está presente, solo ve lo que ocurre, no forma parte de manera activa.
+ Narra la historia a través de lo que ve, escucha y le cuentan. Dota al relato de gran verosimilitud, como si fuese el cronista de una historia.
– Tiene los mismos límites que los otros narradores en primera persona: solo puede contar lo que conoce y su lenguaje debe adaptarse al personaje.
Tenéis un ejemplo en: El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald.
Narrador en segunda persona o autodiegético
Se utiliza muy poco en la actualidad. Está asociado al género epistolar, tanto en forma de cartas como de diario íntimo. En él, se narran los hechos utilizando la segunda persona, ya sea del singular o del plural.
+ Tiene un gran intimismo, ya que normalmente se utiliza para contar sucesos muy personales. En ocasiones se puede hacer que el lector sea el protagonista.
– Nos encontramos frente a las mismas limitaciones que en los casos anteriores, ya que el narrador suele participar en los hechos como protagonista o como testigo.
Tenéis un ejemplo en: Drácula, de Bram Stoker.
Narrador en tercera persona o extradiegético
Narrador equisciente
Se centra solo en el protagonista, entrando en su mente. Conocemos tanto los hechos como los pensamientos y sentimientos de ese personaje.
+ Es una especie de narrador protagonista, pero en tercera persona. Permite mantener la intriga porque el narrador se centra en los sucesos que conoce el protagonista, pero con cierto distanciamiento. Asimismo, es más fácil escribirlo que el narrador protagonista, ya que no es necesario que el vocabulario sea el mismo que el del personaje.
– Es muy fácil olvidar que el protagonista no conoce todos los hechos, así como adentrarse en los pensamientos de otros personajes.
Tenéis un ejemplo en: la saga Canción de hielo y fuego, de G. R. R. Martin.
Narrador deficiente
También se le conoce como narrador cámara u objetivo. Solo narra los hechos, sin mostrar los pensamientos de ningún personaje.
+ Es un narrador frío y finge objetividad (como periodista os puedo decir que es una falacia porque la selección de información ya es un acto subjetivo). Ayuda a lograr un distanciamiento respecto a la historia que se narra.
– Requiere más trabajo para mostrar a través de las acciones lo que piensan o sienten los personajes. Cuesta lograr empatía del lector hacia los personajes.
Tenéis un ejemplo en: “Vecinos”, relato de ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, de Raymond Carver.
Narrador omnisciente
Es el más conocido y utilizado a partir del siglo XIX. Su uso está decayendo, ya que da una sensación de antinaturalidad, de endiosamiento.
+ Sabe todo lo que ocurre, ocurrió y ocurrirá, incluso aquello que desconocen los personajes. Conoce todos sus pensamientos y sentimientos, hasta el más insignificante. También se muestra objetivo, pero entrando en las mentes.
– El protagonista pierde importancia, ya que todos tienen presencia y relevancia. Este narrador tiene el peligro de manejar el personaje al antojo del escritor, así como esconder información (lo he mencionado al inicio del artículo). Tampoco debe dudar, mostrarse inseguro sobre algún aspecto, ya que conoce todo. Por último, se corre el riesgo de caer en decir en lugar de mostrar.
Tenéis un ejemplo en: Oliver Twist, de Charles Dickens.
Narrador editorial
Es todo lo contrario al narrador deficiente. No solo conoce todo en relación a la historia, como el omnisciente, sino que emite juicios de valor, sobre todo respecto a temas candentes.
+ Es ideal para tratar la ironía y el sarcasmo. Además, tiene todas las ventajas del narrador omnisciente.
– También tiene todos los peligros de ese narrador, sumado a que el autor puede volcar en él su opinión y, en consecuencia, el lector puede sentir que el relato se ha convertido en un ensayo sobre el tema.
Tenéis un ejemplo en: La regenta, de Leopoldo Alas «Clarín».
¿Cuál me conviene?
Es una decisión muy importante y dependerá de cada caso en concreto, pero a grandes rasgos podemos hacer una aproximación.
- El protagonista es la mejor elección para un relato en el que los sentimientos sean su punto fuerte.
- El testigo sirve para centrarse en otro personaje y en la influencia que recibe él del protagonista.
- El de monólogo interior lo elegiría para mostrar un momento de caos (fluir de conciencia) o para una introspección personal (monólogo lógico).
- El segunda persona se utiliza para cartas o diarios, o para relatos que den la sensación de ser un juego de rol.
- El equisciente debe escogerse para explotar los sentimientos, pero con mayor libertad de movimientos
- El deficiente permite ser distante y frío, sobre todo para tratar temas muy duros sin posicionarse, dejando la decisión al lector.
- El omnisciente es la elección más versátil, sirve para cualquier relato donde los hechos tengan predominio sobre los personajes.
- El editorial es ideal para relatos de humor o con crítica.
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Nuestra pregunta
¿Qué narrador os parece más complicado de utilizar?
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5 Comentarios
Enhorabuena por el artículo, Meritxell. Claro, conciso y con ejemplos. En mi opinión, el narrador testigo es el más complicado de utilizar, ya que siempre se corre el riesgo de que se implique en la historia (a veces he visto que catalogan a Watson de narrador testigo en las aventuras de Sherlock Holmes, y nunca he entendido por qué). Esto enlaza con la cuestión que quería plantear: ¿sería incorrecto utilizar distintos tipos de narrador en una misma historia?
Por ejemplo: un narrador que, aparentemente, es de tipo ominsciente pero en un momento determinado se revela como un personaje de la trama (sin caer en errores del tipo “conocer los sentimientos de los demás” ni encontrarse observando varias escenas simultáneas ni cosas así).
Otro ejemplo: hace poco leí una novela en el que el autor a veces se dirigía directamente al lector y otras hacía de narrador omnisciente. Quedaba bien, pero me llamaba la atención.
Ante todo, gracias por tu comentario, Antonio 🙂
Sí, Watson se considera un narrador testigo porque no es el protagonista. Interviene ligeramente en la acción, pero digamos que toda la faena la hace Sherlock. Es un concepto confuso y muy difícil de delimitar (como vimos en la primera prueba de Inventízate).
Sobre tus dudas, imagino que haces referencia a tu relato de este mes. En un microrrelato yo no lo vi mal, por lo que comentas (no conoce los sentimientos). Pero hay lectores que tienden a romper antes su pacto contigo cuando algo no es lo acordado. En una novela sería mucho, mucho peor, porque el narrador debe quedar pactado en el primer capítulo.
En el segundo ejemplo, más que un narrador en segunda creo que lo que hace es romper la cuarta pared. Los narradores en segunda se dirigen a ti para contarte algo íntimo o para hacerte el protagonista. Si simplemente dice cosas como: “¿Nunca te ha ocurrido algo así?”, preguntas retóricas o referencias fáticas solo está rompiendo la cuarta pared. Un ejemplo actual en el cine es la película de Deadpool, donde el protagonista se dirige al espectador en varias ocasiones. Sería el equivalente, para que me entiendas.
Espero haberte ayudado a resolver las dudas y estaré encantada de comentar si surgen nuevas.
Buenos días Meritxell,
Quiero escribir mi próxima novela con un tipo de narrador que he visto en un libro, pero he intentado averiguar que estilo es y no lo consigo. Agradecería si pudieran indicarme que narrador se está utlilizando aquí:
Carter echó la cabeza hacia atrás y se quedó mirando el techo. ¿Un
reto? Todo en la cárcel era un jodido reto. Era un auténtico desafío pasar
un día entero sin partirle la cara a alguno de los gilipollas que había por
allí.
Otro fragmento:
Como adolescente descarriado y arrogante que era, le había gustado
que lo admiraran por su reputación. Pero la excitación del momento ya se
había desvanecido.
Ya tenía muy vistos los tribunales, los calabozos y las cárceles. Se
estaba hartando del sistema penitenciario en general. Si no hacía algo para
remediarlo, se iba a encontrar con treinta y tantos preguntándose qué coño
había hecho con su vida.
Muchas gracias de antemano.
Un saludo
Pues tiene pinta de ser un narrador equisciente y, si se mete en la cabeza de otros personajes, omnisciente. Quizá editorial, aunque parece que los juicios de valor los piensa en realidad el personaje y no son cosa del narrador. Lo que te llama la atención supongo que es su registro coloquial/vulgar 🙂
Muchas gracias Meritxell. La verdad es que me parece muy dinámico el no tener que poner las comillas cada vez que el personaje piensa algo, de esta forma es muy directo 🙂