Onomatopeyas: uso, tipos y escritura correcta
Estás escribiendo un relato sobre el Periodo Regencia en el Reino Unido y ya has descrito esos maravillosos vestidos. Entonces tu protagonista se mueve y quieres explicar el sonido que hace la tela. ¿Cómo debo escribir las onomatopeyas? ¿Cuál debería usar?
A continuación os explicamos qué tipos explican, cuándo se utilizan y su escritura adecuada.
¿Qué son las onomatopeyas?
Las onomatopeyas son palabras que han surgido por imitación del sonido que designan. Son un recurso para conseguir que el texto tenga un efecto sonoro, que el lector oiga los sonidos que quieres transmitir. El término surge del griego ónoma, -atos ‘nombre’ y poía ‘creación’ (creación de palabras).
Las onomatopeyas resultan perfectas para la concisión de tu relato, porque resulta más económico decir “tictac” que “el sonido que realizaba el reloj”. Además, gana fuerza la frase.
La internacionalización de las onomatopeyas
El icono por antonomasia de las onomatopeyas es el cómic. Todos recordamos la serie de Adam West y Burt Ward de Batman y sus “bang”, “pow” y “kaboom”. Pero su uso va mucho más allá y es habitual verlo en libros, sobre todo en cuentos infantiles.
Asimismo, las onomatopeyas varían según el idioma. Aunque pueda parecer lógico, de primeras nos sorprende que no todos los perros ladren “guau”. Algunos dicen “woof” (inglés), “waouh” (francés), “wan” (japonés) o “bau” (italiano).
El japonés, por ejemplo, es la lengua más rica en onomatopeyas. Estas palabras están incorporadas al habla cotidiana. Por ejemplo, existen alrededor de diecisiete términos para describir el sonido al caminar. Puede diferenciar los pasos de un bebé o arrastrar los pies.
Como anécdota, existe la leyenda urbana de que el euro se iba a llamar originalmente “ecu”, pero no se hizo porque en griego significa ‘vaca’ o que era el sonido de la vaca (nuestro “mu”, vaya). Nada más lejos. En realidad, fue la Unidad Monetaria Europea (llamada ECU), una canasta de monedas compuesta por las divisas de los estados miembros de la UE, sustituida al llegar el euro. Lo que ocurrió fue que el canciller alemán comentó que su nombre sonaba como “Ein Kuh” (“una vaca”).
Diferentes tipos de onomatopeyas
A continuación veréis las dos categorías de onomatopeyas que existen:
A. Reproducen un sonido únicamente
Son las que describen un sonido, pero no están aceptadas como una palabra en sí misma. En esta categoría entrarían las onomatopeyas que se utilizan en los cómics.
Aquí tendríamos, por ejemplo, los sonidos de animales (auuu, beee, kikirikí…), los sonidos de vehículos (nino nino, brum brum…) o las risas (jajaja, jejeje…). También tenemos palabras como “tachán” o “glugluglú”.
Una de las listas más precisas y extensas que se han recogido es de José Martínez de Sousa.
B. Constituyen una palabra
En cambio, en este apartado tenemos palabras que utilizamos a diario sin saber que son onomatopeyas, debido a su inclusión habitual en el lenguaje y reconocidas por la RAE.
- SUSTANTIVOS: bum (un golpe o explosión), chischás (espadas al chocar entre sí), clic (el gatillo de un arma o un interruptor), crac (algo que se quiebra), cucú (canto del cuco o cuclillo), frufú (roce de la seda o tela similar), mu (voz del toro o la vaca), pío (la voz del pollo de cualquier ave), retintín (el sonido que deja en los oídos la campana), runrún (zumbido continuado).
- VERBOS: bambolear (oscilación acompasada), bisbisear (musitar), chafar (aplastar), chascar (dar chasquidos), chicharrar (freír), chirlear, (chillar un pájaro), graznar (dar graznidos), pitar (dar una pitada), refunfuñar (emitir voces confusas), ronzar (comer algo quebradizo).
- ADJETIVOS: guarro (sucio, desaliñado, grosero, ruin), lila (tonto, fatuo), pizpireto (alegre, vivaz y algo coqueto).
- INTERJECCIONES: chís (llamar a alguien), chito (imponer silencio), puf (molestia o repugnancia por malos olores)
En algunas ocasiones, las onomatopeyas han dado nombre al elemento que produce el sonido. Ocurre mucho con aves: paují, pijuy, pitpit, tito, torogoz, totovía, yaacabó y zura. También tenemos la conocida “chicharra“, también llamada cigarra o “choto“, la cría de la cabra o un ternero.
En raras ocasiones, un nombre con origen onomatopéyico define un sujeto que no produce sonido alguno, sino por similitud. Ocurre con “pipirigallo“, una planta herbácea que tiene unas espigas similares a la cresta de un gallo.
En BuzzFeed recogieron 21 palabras onomatopéyicas curiosas con su definición.
¿Cómo se escriben?
Tanto las palabras de la categoría A como de la B se escriben en relatos siempre en redonda y sin comillas, a menos que hayan sido dichas por alguien (como en el segundo ejemplo). No es necesario usar las exclamaciones y mucho menos mayúsculas (resalte solo destinado al cómic).
- ¡Tachán! El robot asesino está terminado.
- —El pollito dice “pío pío”.
Cuando haya repeticiones del mismo sonido, se escriben normalmente con comas, pero puede unirse con guion si es una sucesión continua.
- “Ja, ja ja” o “taca-taca”.
Si se unen con guion, cada elemento seguirá sus normas de acentuación.
- “Blablablá” o “bla-bla-bla”.
También se pueden utilizar puntos suspensivos entre las repeticiones, pero es un recurso del que no hay que abusar.
- “Ton… ton… ton…”.
Para expresar énfasis se puede alargar las vocales o consonantes de la onomatopeya, aunque en la prosa no es tan habitual como en el cómic.
- “Shhhhhh” o “booooom”.
Las palabras de categoría B pueden llevar artículo y forman el plural de manera normal.
- “El frufrú de la camisa” o “los tictacs del reloj”.
Nuestra pregunta
¿Qué tipo de onomatopeya sueles utilizar más a menudo?
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1 Comentario
¡Arg!
¡Ahaa!
¡Uf!