Cómo escribir fantasía y por qué deberías hacerlo
Cuando hablas de fantasía, a día de hoy muchos lectores (y autores) relacionan este género exclusivamente con la literatura juvenil, de evasión y simple entretenimiento. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. En especial ahora, que la fantasía se ha ramificado en subgéneros como la ecofantasy o el hopepunk, muy comprometidos con la actualidad.
Así que vamos a romper una lanza en favor de la fantasía y a explicar por qué deberíais escribir este género sin importar qué dirán.
¿Qué es la fantasía?
Para empezar, la fantasía es una evolución de las novelas de aventuras, solo que con una ambientación donde las reglas físicas no son iguales a las de nuestro mundo. Inicialmente era la lucha del bien contra el mal, con protagonistas muy buenos y villanos muy malos. Pero la sociedad ha avanzado y entre sus páginas encontramos personajes grises, debates morales y críticas a la humanidad.
Así que la fantasía no es solo magia, elfos, espadas, brujos y dragones. Es cierto que en la actualidad seguimos bebiendo de Tolkien al ser la primera gran obra de alta fantasía, pero, como hemos dicho, puedes escribir fantasía sin estos elementos.
Realmente, la fantasía es toda aquella literatura que no sigue las leyes naturales. Por eso, si en la ciencia ficción se alejan mucho de los avances científicos, con la creación de un material considerado unobtanium (aquellos con propiedades extraordinarias e imposibles de encontrar en nuestro universo), están más cerca de la fantasía.
Tipos de fantasía
Entonces, según el nivel de “magia” en el mundo de ficción, encontramos dos niveles de fantasía:
Alta fantasía
El mundo creado es independiente del nuestro y sus reglas naturales son totalmente diferentes. Suelen tener tradiciones originales y un worldbuilding muy rico. La magia está a la orden del día y hay criaturas fantásticas y/o razas no humanas.
Un ejemplo es El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien o Crónicas de la Dragonlance, de Margaret Weis.
Baja fantasía
El mundo es idéntico al nuestro, salvo que puntualmente hay demostraciones de magia. Muchas veces la existencia de la magia es un secreto para una parte de la sociedad.
Un ejemplo es Harry Potter, de J. K. Rowling o Orgullo y prejuicio y zombis, de Seth Grahame-Smith.
Algunos expertos optan por incluir una fantasía media. Es una mezcla de ambos niveles, convive nuestro mundo con la fantasía, aunque la magia tiene un papel predominante.
“Esto está muy visto”
Cada vez más autores y lectores quieren alejarse de la fantasía medieval y de la tradición que asentó Tolkien. Un gran porcentaje de libros de fantasía cuentan entre sus páginas con elfos, enanos, orcos… Esto puede crear una sensación de deja vu, de leer una y otra vez lo mismo.
Pero el problema no es que se sitúe en la época medieval.
La fantasía épica, el subgénero al que suelen pertenecer estas obras, están centradas en una Edad Media anglosajona, debido a que los precursores eran autores británicos y americanos. Por lo que situaban sus historias en la Gran Bretaña feudal. Así que la tradición de su folklore nos ha traído mitos con los que, especialmente en España, no nos sentimos representados y por ello puede parecernos más ajeno.
Pero el Medievo comprende desde el siglo V hasta el XV. Por lo que tu fantasía puede situarse justo después de la caída del imperio romano o cuando la burguesía hizo acto de presencia. Asimismo, no fue igual la época medieval en el Mediterráneo que en el Atlántico, por ejemplo.
Así que puedes escribir fantasía épica centrada en la Edad Media sin repetir los mismos patrones. Cambia la localización y documéntate sobre qué pasó en otros países durante esa época.
¿Cómo escribir fantasía?
Si quieres escribir una historia de fantasía de calidad y con una gran riqueza, traemos 5 consejos para que, además, disfrutes durante el proceso.
La planificación
Antes de empezar a escribir tu novela, es importante que planifiques cómo va a ser tu mundo. Si eres un escritor de brújula, probablemente este paso te cueste mucho, pero es fundamental.
Necesitas apuntar las religiones de tu mundo, la flora, la fauna, los hechos históricos más relevantes, personajes ilustres… Depende de ti el nivel de detalle, pero te ayudará a tener un mundo verosímil y que logre la suspensión de la incredulidad. Alister Mairon te da algunas claves sobre personajes imprescindibles en toda sociedad en este artículo.
Si lo piensas sobre la marcha en lugar de planificar, sobre todo si es una extensión larga, el proceso de revisión y reescritura te quitará muchísimo tiempo.
Nada de infodump
Un error común en las novelas de fantasía (y también en algunas de ciencia ficción) es dar en el prólogo y los primeros capítulos una retahíla de nombres inventados cuyo significado desconoce el lector.
De esa manera, solo romperás el ritmo de tu relato y evitarás que el lector se enganche. Dosifica estos datos y repártelos por el primer tercio de tu historia.
Está muy bien que contextualices qué ríos pasan por el reino de los elfos. Pero si no es relevante para la trama, no es necesario que aparezca esa información en tu novela. Puede servirte como ejercicio de escritura para conocer mejor tu mundo, pero no tienes que incluir todos los datos que hayas recabado. Es mucho más importante que desarrolles personajes interesantes y unas tramas atrayentes.
Asimismo, muchos autores le dedican tanto tiempo al worldbuilding que, tras meses en el paso previo, aún no han escrito ni una línea. Encuentra un punto de equilibrio y recuerda que tu misión es acabar esa novela.
Prioriza la simplicidad
Estamos acostumbrados a que los libros de fantasía sean tochos descomunales con muchísimas tramas secundarias, más de treinta secundarios y varios tomos para poder explayarse. Por ello, muchos autores optan por replicar este método complicando innecesariamente historias que ganarían muchísimo con una estructura más limpia.
Ten claro cuál es el tema de tu novela, qué quieres transmitir. Apúntatelo en un papel y toda palabra que añadas debe dirigir la historia en esa dirección. Si los personajes secundarios y las tramas paralelas no ayudan a afianzar esa idea, estarás diluyendo la fuerza que podría tener.
Sobre todo, si eres novel, empieza con historias más sencillas que sean fáciles de manejar hasta que seas capaz de administrar tantos personajes y eventos.
Personajes antes que mundo
Aunque un worldbuilding original puede resultar atrayente para el lector, al final lo que recordará tras leerlo serán sus personajes. No dejes que tu mundo eclipse la trama y las motivaciones de tu protagonista.
Apóyate en las fichas de personaje para ello. Desarrolla con cuidado a tus personajes principales, pero aún más a tu antagonista. Juega con personajes grises, que los buenos no sean perfectos y que los malos no sean horribles. Haz que tu lector entienda por qué el malo quiere acabar con todo y tu historia ganará adeptos.
Aléjate de los estereotipos
La lucha contra los clichés es una batalla ardua. El elegido que lucha contra el mal ha sido utilizado hasta la saciedad. Dale una vuelta de tuerca a ese planteamiento inicial para sorprender al lector. No repetir las típicas historias de elfos y humanos ayudará a que tus lectores se interesen por ser original.
Apóyate en los arquetipos, como el viaje de la heroína, pero no hace falta que los sigas al pie de la letra. Es importante que conozcas cada una de sus etapas. Así podrás crear una evolución de tu protagonista que sea natural y creíble.
Así que, tanto si quieres cambiar el mundo con tu novela como solo entretener a tu lector, la fantasía te permite crear un mundo fantástico. Allí, tus lectores vivirán sus próximas horas y, con suerte, el resto de su vida.
Nuestra pregunta
¿Qué consejo crees que es el más importante para escribir una novela de fantasía?
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5 Comentarios
Tecnicamente el universo del Señor de los Anillos es un pasado muy remoto de nuestra tierra, y representa que los libros son traducciones de Tolkien de un manuscrito del pasado en que ocurrió todo eso.
Muchas gracias por los consejos y por el artículo. Me resultan muy interesantes y útiles.
Soy escritor de fantasía desde que tenía 11 años, y creo que la verdadera originalidad es muy complicada de conseguir. Casi siempre acabamos copiando (basándonos, mejor dicho) en algo que ha escrito alguien antes. Tras Tolkien, comenzaron a aparecer orcos y elfos por la mayoría de los libros de fantasía.
Soy un gran fan de los libros de la dragonlance (Al menos de las Crónicas y las Leyendas), pero si las buscas, acabas encontrando similitudes con El Señor de los Anillos y con otros libros.
Mi primer libro, comenzado con 11 años, terminado con 16 y reescrito con 21, adolecía de este tipo de problemas, pero con el segundo, “El día del Advenimiento”, traté por todos los medios de encontrar un argumento original; algo sobre lo que no se hubiera escrito antes, y me surgió la idea de “traer” un mundo de fantasía y magia, para “volcarlo” y fusionarlo al nuestro, todo ello a lo largo de un día. Tal vez esté equivocado, pero hasta donde yo sé, hasta el momento no se había utilizado un recurso así, y de ese modo, conseguí ese elemento de originalidad que es, creo, el Santo Grial de los escritores.
bueno bro lamento decirte que eso ya se a visto muchas veces, en animes, novelas literarias y novelas ligeras.
pero as lo que quieras, es tu novela.
La historia, desde mi punto de vista, es una excelente fuente de inspiración a la hora de escribir fantasía. También la mitología, claro está. Un buen ejemplo es la clara inspiración de El señor de los anillos en la mitología nórdica, con sus razas teniendo equivalentes casi directos entre los pueblos que habitaban Yggdrassil.
Del mismo modo, Juego de Tronos, se ve muy influenciado por distintos sucesos que tuvieron lugar a lo largo de la Edad Media europea, y la serie de novelas de The Witcher, recientemente adaptadas a televisión, beben mucho de los cuentos populares (tiene relatos que son, curiosamente, adaptaciones de los cuentos de la Bella y la Bestia o la Sirenita a nuestro mundo) y del folklore propio del país de origen.
En realidad “sólo” hace falta un par de cosas: algo interesante que contar y tener (adquirir) una serie de habilidades mínimas necesarias para contarlo bien.
El resto es echarle horas. 🙂