Los imposibles al escribir terror
La búsqueda de la condición fría y oscura del ser humano es en lo que se cimienta todo relato que se preste al terror. Es un género que cultiva el miedo y sus emociones asociadas como principal objetivo, estructurando todo al detalle para que tanto el impacto como el interés sean continuos desde el inicio de la lectura hasta el final.
Este sentimiento que produce puede ser causado unas veces por otros humanos, aunque lo más habitual es que sean seres propios del mundo paranormal como vampiros, monstruos o espíritus los que se encarguen de despertar nuestras mayores pesadillas
Aprender terror de los maestros
Generar terror es una empresa difícil, no nos vamos a engañar, y requiere de ciertas destrezas y conocimientos que no se logran de la noche a la mañana. No podemos pretender convertirnos en el próximo Stephen King sin haber ahondado antes en diversos títulos de cabecera, guía imprescindible para todo autor que quiera causar auténtico miedo en sus novelas:
- Drácula de Bram Stoker
- La noche boca arriba de Julio Cortázar
- El gato negro de Edgar Allan Poe
Para escribir terror tenemos que ver más allá del género y considerar que nuestra meta pasa por provocar intensas sensaciones, jugando con los prejuicios y lo desconocido a partes iguales. El miedo que unas veces puede ser tangible y otras, ligado a elementos sobrenaturales, se transforma con la edad en función de nuestras experiencias más personales.
Situaciones que nos alejan del terror
1. El daño de los estereotipos
Desterremos la idea de que terror viene unido a muebles que se mueven, payasos con sonrisas heladas o camas en las que una niña levita con la cabeza completamente girada. Estos estereotipos tan marcados han llegado a devaluar un género y a simplificar el instinto más primario que conocemos como miedo.
2. Dar por sentado lo que a todos nos asusta
Al igual que no podemos evitar sentir miedo ante determinadas situaciones, no debemos consentir que se nos imponga lo que tiene que resultar digno a ser llamado “terrorífico”.
Nuestros miedos cambian a lo largo de nuestra vida y si las sombras de la pared y los monstruos de debajo de la cama nos quitaron en su día muchas noches de sueño, lo mismo puede suceder con el aullido del viento en el bosque o la mujer que se lanza sin pensar a las vías del tren tras dejar a su paso una extraña fotografía.
3. El asco y miedo buena combinación… sin pasarse
Por alguna compleja razón el miedo y el asco logran a menudo juntos una misma misión: producir terror. El hecho de estar rodeado de tarántulas o gusanos consigue crear en la mayoría de las personas una mezcla entre pavor y asco difícil de distinguir.
Es una línea fina que cruzamos de forma constante y que nos lleva a pensar que ante algo realmente asqueroso estamos justo en el principio de un punto terrorífico.
El problema reside en todo lo que se convierte en un exceso y termina transformando el miedo en una vulgar caricatura. En este punto es donde incluiríamos el abuso indiscriminado de sangre en las escenas.
Se tiene la errónea creencia de que una narración con una buena dosis de color bermellón será siempre un acierto para el género de terror, pero más vale crear una atmósfera inquietante que jugártelo todo a este pigmento y no tener así que terminar por contagio ruborizado.
4. Las prisas no son buenas
El contexto cobra especial importancia en las novelas de terror. Para generar una atmósfera que sea digna de vuelcos, angustia y sustos, se tiene que presentar al detalle los escenarios y cada personaje. No hay que tener prisa y saborear este momento. El peso de toda la trama y tensión está en la introducción.
Véase como ejemplo, una mudanza a una casa con el precio sospechosamente bajo como principio de una historia. En este marco nos encontramos con una familia idílica, que tras sus primeros días empieza a notar en su hogar sucesos extraños.
Primero serán unas pisadas en la planta de arriba. Luego, sombras y presencias que perturban las noches, gritos y objetos que juegan con los escenarios y personajes. Lograremos así que los nervios se disparen y que exista un deseo por seguir leyendo y avanzando en la trama.
Si consigues ese clima, estás bien encaminado. Si te has apresurado, lo más probable es que la familia atemorizada se termine mudando a otra lectura.
5. Huye de los personajes de telenovela
El estrés constante de los relatos de terror es una condición para los personajes que protagonizan este género. Bajo su expresividad entenderemos los grados de angustia que pueden llegar a padecer. Lograrán contagiarnos esta exaltación trasladada al mismo sillón de nuestra casa.
Se debe darles voz y hasta la capacidad casi literal de poder gritar para que la prosa traspase toda barrera. Pero no debemos forzar las emociones ni buscar con ello la exageración. Para efervescencias ya tenemos los culebrones de sobremesa.
6. Desvelar incógnitas
Mantener en el aire el suspense hasta el final sabemos que es una tarea compleja. El deseo por dar pistas e incluso desvelar el final es una tentación a la hora de escribir terror. Sin embargo, este género necesita una preparación especial para hacer de ese crecimiento gradual un auténtico estallido de pánico.
Por eso, aunque lo desees con todas tus fuerzas, no te descubras y sacrifícate por un final auténtico e insólito. Un lector esperará siempre el efecto sorpresa pese a que en la narración se haya hecho mil tipos de conjeturas. ¡No le defraudes!
7. No ignores tus propios miedos
No te subestimes ni creas que eres ridículo por contar con determinadas fobias que te siguen persiguiendo en la oscuridad. Analízate e indaga en ti mismo, plasma con certeza lo que de verdad te produce escalofríos y como por arte de magia lograrás el milagro del contagio.
Consejos para escribir terror
Refleja aquello que te produce pánico a través de personajes creíbles y de la fórmula perfecta entre valentía y fragilidad. Sumérgete en escenarios fantásticos y mezcla todo tipo de miedos, sin prescindir del terror psicológico.
Inventa escenarios con detalle y objetos cuasi protagonistas para investigar en lo desconocido induciendo al lector a cuestionarse y a que estén los personajes bajo toda sospecha.
Extiéndete en las presentaciones, descripciones. Nunca olvides que el silencio y la pausa siempre son presagio y compañeras de lo inesperado.
Nuestra pregunta
¿Cuál es el principal ingrediente que utilizarías para escribir un relato de terror?
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4 Comentarios
Los consejos son espectaculares como siempre.
Para transmitir terror creo que es bueno recordar lo que nos atemoriza y quizá visitar ese lado oscuro que todos tenemos.
Me falta Lovecraft en la lista pero muy buen artículo.
La verdad es que de Lovecraft yo saco, más que su concepto y su mitología, el arte que tiene de encerrarte en las escenas usando una perfecta descripción del olor, la textura y estimulando tus sentidos más allá de la vista. Dejas de imaginar: lo sientes.
Me gustan mucho los artículos que nos ofrecen este tipo de consejos, porque hay algunos que parecen obvios pero que delante de la hoja en blanco no lo son tanto. Para los que somos escritores, la mejora continua es obligatoria. ¡Gracias por contribuir a ello!
Un abrazo.
Hola Rocía, gracias por estos consejos, me parecen maravillosos!
A mi me encanta este género. He escrito algunos relatos de terror y he aprendido que es imprescindible crear la atmósfera oscura dando pinceladas bien detalladas de lo que hay en la escena sin olvidarnos tocar todos los sentidos del lector, señalándole algún olor, color, textura, ruido, etc… esto es un importante ingrediente para generar terror.
Saludos!!